27.5.08

Junín y Santa Fe (o las maravillas de la telefonía moderna)

Posible intento de guión para corto.
Inspirado en “La vecina”, grabado de Adrián Giacchetti.


A las 7:43 AM el nuevo Nokia E61i acaricia con su vibración las dulces piernas de Marina García. Cinco minutos después ella se despide de su esposo como todas las mañanas: “chau amor, me voy a trabajar”. Juan la besa en la boca con cariño, la mira a los ojos y libera de entre sus dientes la frase de siempre: “que tengas un buen día mi vida, mensajeame cuando salgas del laburo”.
Juan y Marina se llevan de maravilla. Él cocina y ella lava y ordena y juntos sacan a pasear a Mario, su pequeño Caniche Toy, mientras hablan de las chances de tener un hijo pronto.

Cuando Marina sale de su departamento camina tres pasos y toma el ascensor, se acomoda el corpiño frente al espejo y baja en el 5º piso. Toca con dos golpes a la puerta de Alejandro, su vecino y amante del alba.
A los cinco minutos de iniciado el acto venéreo en el 5º C (hecho que el resto del edificio naturalmente ignora o finge ignorar), Juan le manda un sms a Florencia, su vecina del 3º A: “venite ahora hermosa mía”.

Cinco minutos después, Florencia termina de cepillarse el pelo y se despide de su novio como todas las mañanas, con un beso suave en su frente joven y amplia de varón. Entonces Pablo, con la frescura que lo caracteriza, la mira alejarse lentamente, deleitándose con el movimiento de su culo dentro de esas calzas negras y le dice “suerte en el gimnasio bebé, portate bien”.
Ellos hacen una hermosa pareja, ya van dos años que conviven y el padre de Florencia les ofreció ayuda con la compra de una casa, pero a Florencia y Pablo les gusta ese edificio. “Es tranquilo”, suelen responderle.

A los cinco minutos de haber entrado Florencia en lo de Juan, Pablo envía un mensaje de texto a Carolina, la sadomasoquista del 2º B.



A las once de la mañana el edificio entero ha trocado parejas.

Cinco minutos más tarde, Esteban, el portero del edificio, se rasca la cabeza. No entiende por qué los ascensores funcionan incansablemente pero nunca nadie abandona el inmueble. En fin, su trabajo no es andar pensando sino abrir la puerta –se dice a sí mismo–; acto seguido se acomoda en su silla, sube el volumen de la radio y abre su revista Gente. Esteban se alegra de que su trabajo le dé tiempo para leer.

26.5.08

Pregunta-balanza

El acto de dormir y el de fantasear, lo que carece de fundamento, los deseos, la esperanza sin probabilidad de consumarse y cierto baile licencioso del siglo XVIII, ¿no es como aquello que, cuando es eterno, equivale a la muerte?

20.5.08

Jugábamos

A pedido de pepino.

Jugábamos al metegol (cuando nos tocaba juntos siempre perdíamos), a la escondida de noche (pero mal, porque la gente no aprovechaba la oscuridad para amarse sino que nos colgábamos a charlar o nos íbamos a caminar por el campo del tío Toni –tu vieja venía a buscarnos al rato con 5 puchos encendidos y las canas verdes–), jugábamos a cazar bichitos de luz (que se terminaban muriendo en nuestras manos y de resultado nos quedaba la mano toda pegajosa y con olor a bichito de luz muerto), jugábamos con los mails (a que uno inventaba un cuento y después el otro hacía la continuación y así hasta que yo no sé por qué pero siempre terminaba siendo una pelirroja a la que violaban y vos te casabas con un príncipe dragón pero te enfiestabas con sus esclavos enormes negros), jugábamos también a que nos mandábamos cartas mediante un compañero que servía de mensajero (las tuyas más elaboradas, con letra linda e incluso dibujos; las mías improvisadas sobre un papel de diario o en una hoja de carpeta minutos antes que termine la clase de matemática), jugábamos con el chat (a que uno tiraba un montón de letras separadas y el otro adivinaba qué frase se escondía –ahí estaba parejo, casi siempre acertábamos–), jugábamos mucho, jugábamos a no vernos, a pelearnos, a mandarnos dibujos, a mirarnos, jugábamosaescribirtodojuntoparamolestaralotroyhacerloreír; vos jugabas a ponerles apodos a las minas con las que salía; yo no sé a qué más jugaba.
Un día crecimos, y de todo eso no nos quedó ni una puta foto para poner acá abajo.

19.5.08

Maquillaje

A la mañana temprano, cuando se despierta para ir a trabajar, lo primero que hace es ir mecánicamente al baño. Una vez ahí dentro Camila prende rápido la luz y se mira seria en el espejo, inspeccionándose sin pestañear, tratando de reconocerse en ese desierto. Sin dejar pasar mucho tiempo agarra el rimmel, lo destapa, muerde sus dientes y con mucho cuidado pinta sus pestañas, con elegancia y convicción, para que no quede impregnado allí ninguno de sus sueños.

13.5.08

Convocatoria 1º Concurso "El Más Peor cuento del mundo"

Auspiciado por la Academia Argentina de Letras, la PUCA, Editorial Ivrea y Eloísa la Cartonera.


1) La temática es libre. Se premiará bajo la categoría de cuento corto (esto significa que los cuentos deberán ser CUENTOS). El único criterio de estilo es la búsqueda del peor cuento escrito, aquel que viole con más violencias todas las categorías estétticas conocidas.

2) El cuento no deberá exceder las 2 (tres) carillas y no deberá de ser menor a 2 (cuatro) oraciones (+ título). Deberá ser presentado en hoja A4, sin recortes pijoteros en los márgenes, ni ningún tipo de interlineado complejo (doble espacio abstenerse); ni ningún tipo de sangría de ninguna nacionalidad. La sangría francesa está más que mal.

3) Los cuentos
serán juzgados
por un tribunal de
notables,
INAPELABLES.

4) El premio para 1º, 3º, 4 y 9º puesto será la publicación del mismo dentro del marco de la notable antología de Los Más Peores cuentos del mundo. La misma será vendida durante la Feria del Libro Independiente (FLIA) año 2009 o 2015.

5) Serán bienvenidos bienvenidos los autores de cualquier nacionalidad, sexo, edad, credo, raza y discapacidad (ya sea no saber bailar, ser ciego o salir en la tele).

6) Sin embargo, sabemos que sólo vamos a premiar los cuentos de argentinos.

7) Los cuentos deben enviarse con datos personales tales como DNI, Nombre, Apellido, Edad y, en caso de ser mujer, número de teléfono. Se aceptará un (1, posta) cuento por persona. Se recibirán trabajos hasta el 31 de julio (1 de agosto, no). Aunque es probable que no leamos los últimos.

8) No hagan trampa.

9) Las noticias se irán publicando periodicamente acá, en este blog. Los textos tendrán derechos (de autor, solamente) compartidos con El Jurado Inapelable.

10) Ah, la dirección a la que hay que mandar todo es: elmaspeorcuentodelmundo@gmail.com

(Cualquier duda, preguntar a esa misma dirección y esperar paciente. Se agradece la difusión.)

11.5.08

Amores imposibles en la línea Mitre

Capítulo 1
La morocha de ojos negros infinitos


Dedicado a Manuel Mandeb, que cantó pri.

Yo estaba como siempre, tirado en el piso, libro en la mano, auriculares en el cerebro, piernas cruzadas y estiradas. El que te dije me caía bien, las descripciones eróticas eran deliciosas y lo de mezclar ficción y noticias era, al menos, divertido. Además The Doors es buena música para escuchar en el tren, te hacen mover la patita, te hacen sentir bien cuando estás en el piso y hace calor. Y yo estaba así, fresco, tranquilo, libro en mano, piernas cruzadas y estiradas. Estaba cómodo en el piso del tren y el viaje prometía ser corto.

Ella llegó y se paró en el medio del vagón (es decir del mundo), así nomás, como si fuera otra.
Como si sus ojos no fueran negros infinitos.
Como si nadie tuviera ganas de comerle el pelo.
Como si sus piernas no estuvieran hechas de jugo.
Como si sus tetas no fueran dos médanos perfectos, dos médanos como ésos de la película de Almodóvar en la que el chabón se tira por un tobogán y juega por toda la mina y después se muere.

Con la gracia de una quinceañera guardó los Gitanes en el bolsillo de su jean y peló un libro de Bukowski.
Antes de ponerse a leer me miró con sus ojos negros infinitos: miró mi libro, mi ropa, me miró a mí, y me hizo sentir pequeño, feo, estúpido.
Sentí miedo (ya la amaba).
Agaché la cabeza e hice como si me importara la novela, como si sus ojos negros infinitos no estuvieran ahí, donde ella empezaba y mi vida terminaba.

Se bajó en Belgrano.
Cuando las puertas del tren se cerraban me echó una mirada de reojo, una mirada de desprecio o de lástima por lo que no fue, por todo lo que no soy.
Por unas semanas prefiero no viajar en tren.
No quiero verla más.
No quiero que me mire con sus ojos negros infinitos.

9.5.08

extraño


/ es extraño / todavía extraño / ese ritual / destinado a no durar / ver tu cara desde cerca / bien cerca / mirabas para abajo / abrías un poco la boca / te llovías el cuerpo / de felicidad / levantabas los ojos / me besabas / temblabas / te hacías de noche / nacías con mis dedos / me mordías la lengua / la tuya / los dientes / después el abrazo / el olor del pelo / los ojos bien cerrados / fuerte / suave / no duró / eso / es extraño /

1.5.08

Semen up

Al tipo le encanta frotar a toda velocidad su oreja contra la almohada cuando eyacula, escuchar el ruido del movimiento, prenderse fuego, ver líneas blancas de colores que cruzan de un ojo a otro. Sólo así puede disfrutar y evitar lo que hubiera venido de estar solo, sin su almohada: una persecución, un no poder dejar de escuchar aquella voz que le dice “sos un desgraciado, un sucio: pedí perdón”, el total convencimiento de que acaba de cometer un pecado terrible que lo hace merecer inmediatamente el infierno, la seguridad de que pensar en su prima (la menor) o en la novia de su amigo Carlitos mientras se toca es algo terrible, bestial. La cabeza le empieza a doler excesivamente, a las voces se suman una serie caótica de gritos, los párpados le pesan y piensa que va a perder el conocimiento, aumenta el calor, alucina que las paredes se incendian y comienzan a caer y una picazón galopa por todo el cuerpo, especialmente donde tiene más pelo. Esta situación puede prolongarse indefinidamente, aunque obviamente (el tipo no está loco) él la controla y nunca la hace durar demasiado. Al cabo de más o menos un minuto comienza el ritual purificador: luego de arrepentirse y prometer nunca más volver a hacerlo (lo cual no le hace dejar de pensar que es una porquería), sólo lo salva ponerse de cuclillas en el suelo, hundir la nariz en el semen recién volcado, para aspirarlo con toda su fuerza y así llenarse el cerebro de su fragancia preferida, ese olor que le hace viajar automáticamente a su casa de la playa de cuando era pibe… sí, es el mismo exquisito aroma que salía del baño cuando su vieja se bañaba… ¡Una delicia! Una vez hecho eso, ya puede subirse los pantalones, limpiar bien todo y salir del baño para seguir trabajando, jugando o atendiendo a sus comensales, depende por supuesto de dónde esté y –como les digo– siempre y cuando no tenga consigo su almohada, porque de lo contrario el tipo no tendría ningún problema.

Nocturno


La ciudad destila miedo. Todos acá saben que ellos van a venir (y que ya están llegando). Lo que no saben es por qué y de dónde. Pero una noche, como lagartos invisibles, mientras mamita y papito estén acostados, con la puerta cerrada, incapaces de protegernos –y la casa esté absolutamente a oscuras–, sin que nadie los vea ellos vendrán por las calles a pisar nuestro jardín, a espiarnos a través del vidrio, a entrar por la ventana o meterse por la puerta como cualquier hijo de vecino, y con la impunidad que los caracteriza penetrarán en el frío silencio de nuestro sueño, nos contemplarán largo rato y correrán la frazada descubriendo el cuerpo desnudo lánguido virgen y sucio de tanto lavado, y con toda la calma de un amante experimentado nos mirarán dormir (sí, ellos ven en la oscuridad), nos acariciarán con su nariz, olfateando cada milímetro de nuestras extremidades, oliendo eso que sólo ellos huelen y, sin que nos demos cuenta, con la precisión de un cirujano, se comerán nuestras uñas.