25.9.08

Dios vio todo y no hizo nada

[Ganador del Premio a la ética en el concurso El Más Peor cuento del mundo]

Hola, ¿qué tal? Bienvenido al Más Peor cuento del mundo, que es éste. Y que no es otro más que éste, no. Creéme que es éste mismo que yo estoy escribiendo ahora y que vos estás leyendo en-este-preciso-instante; todo lo cual te hace a vos un perfecto lector y a mí un perfecto escritor y a Dios un perro y a esto un –no vamos a decir perfecto porque la idea es justamente la contraria, pero tampoco vamos a decir lo contrario porque la idea justamente no es esa– cuento, no sólo porque esto está escrito y está escrito en prosa y tiene mucho sentimiento y yo lo escribí[1] acá en mi computadora y vos lo estás leyendo, sino porque claramente se evidencia que tiene una narración con todas sus partes propias, ciertas y literarias (que va desde el principio de este relato, allá donde dice “Hola”, y sigue luego con toda la historia muy detallada y exquisita –una verdadera obra de arte pero una nimiedad si se tiene en cuenta lo que vendrá, ya lo dijo la televisión, ya lo comenta la gente– sobre el cuento mismo, que prosigue entonces con la historieta re tétrica y re triste sobre el tipo que viola y maltrata a su hijita y después la despedaza y se la come por partes con cuchillo y tenedor a lo largo de varios días, todo bajo la mirada triste y pasiva de Dios que todo lo vio y ha visto ¡De no creer! Que es así: un tipo que era un viudo periodista y trabajaba en un diario y vivía con su hija un día hace un pacto traicionero con Belcebú y la endroga a la hija de él mismo y después la ata a la cama matrimonial, acá en la Argentina, sí, en plena democracia, donde él solía dormir con su mujer y donde concibieron a la mismísima hija que ahora está por ser violada por el culo por su padre. Así estamos. Y cuando se despierta ella –la hija– como ya es harto conocido él la viola a ella y después pasa todo lo que narró el narrador ya antes que es muy atroz y no voy a repetir yo por decoro para con vos y tu hermana, bajo la mirada de Dios, que así se llamaba el perro, y que terminó compartiendo –el perro– la comida con el tipo, que les duró hasta Navidad; y finalmente llega hasta el final, que es tristísimo porque todos se quedan con ganas de otras cosas más y mejores, acá nomás donde dice “).”).



[1] Y esto es importante porque yo soy un escritor joven de cuentos breves y modernos. (Nota del escritor.)



Firma:

Garufita